Con pancetas de cerdos criados como antes, en semilibertad, pastando y hozando en prados y bosques, y el pimiento choricero que nosotros mismos elaboramos, como siempre se ha hecho, le ofrecemos el más sabroso y tentador producto del cerdo.
Tras el adobado, con un suave masaje a cada panceta para que adquiera los sabores del ajo y el pimiento, y con un suave proceso de ahumado con roble local, pasamos a la curación lenta, con paciencia hasta conseguir el punto óptimo, de forma que, tanto frita como cruda, los sabores y aromas sean inconfundibles e inolvidables.
Recomendamos una fritura suave, ya que es un producto curado.