Cuando el tiempo pasaba muy despacio y nuestros antepasados pastoreaban las vacas monchinas que pastaban la brena, la jugosa hierba de nuestros montes, el ingenio y la necesidad parieron esta receta ancestral de conservación de la carne para consumir durante el duro invierno.
Si se ha mantenido hasta nuestros días es porque a la necesidad se unió el gusto por el buen comer y el aprecio a los manjares auténticos, por sencillos que sean.
Proceso totalmente artesanal. Se seleccionan y desgrasan las piezas nobles de vacuno, y tras un largo proceso de maduración están listas para consumir. Buscamos solamente el inconfundible sabor de la carne de vacuno de la más alta calidad, sin ahumado ni adobos.
Se consume en finas lonchas recién cortadas y se puede acompañar con unas gotas de aceite de oliva virgen.
Información de alérgenos: No contiene.